miércoles, 8 de marzo de 2017

Un defecto del ser humano, es sentirse "muy eufórico" en la victoria y "muy mal" en la derrota, pero son muchos los que lo expresan abiertamente, menoscabando o sobrando al rival de turno. Esto es algo muy feo y más aún en el ámbito ajedrecístico. La victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén. 


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