Nos preocupamos por todos, no queremos que la persona que amamos, los hijos o los amigos la pasen mal, deseamos de corazón que les vayan bien en todo y siempre que podemos, damos una mano. Pero muchas veces nos olvidamos de nosotros mismos, nos dejamos para lo último. Grave error, ya que si estamos bien, "con las luces prendidas", motivados, ¡felices! seremos mucho más útiles a esas personas que ocupan un lugar importante en nuestras vidas.
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