Una buena lección que podemos sacar de esta sencilla fábula es: Nunca menospreciar a los demás, sin importar su posición social, económico o de estudios, es necesario reconocer que todos nos necesitamos y que el tamaño o las posesiones no nos hacen superiores a nadie. En la vida y en el Ajedrez, si menospreciamos a los demás podemos llevarnos una gran sorpresa...
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